Los Gatos Guerreros Wiki
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De pronto, Esquiruela vio que una criatura enorme se abría paso entre las zarzas. El sol crepuscular le mostró una cabeza con un hocico estrecho y rayado, unos hombros anchísimos y unas garras fuertes y romas.

—Narrador sobre Esquiruela avistando a un tejón en Crepúsculo, página 288


El siguiente artículo contiene información detallada del capítulo 21 de Crepúsculo. Si estás buscando un resumen más corto del libro, por favor mira la cronología.

Resumen del capítulo[]

PdV de Esquiruela[]

Esquiruela suelta un improperio cuando un estornino se le escapa y vuela hasta una rama por encima de su cabeza, mientras las garras vacías de la gata se hunden en el musgo.¿Cómo va a concentrarse en cazar si se pasa el tiempo preocupada por su hermana. Piensa desolada que debería haberla detenido.
Cenizo pregunta a su espalda si quiere que lo dejen por hoy, pues tienen piezas de sobra, y Esquiruela acepta. Lo sigue hasta el arbusto en el que han escondido y tapado con tierra las presas que han cazado antes. Zancudo se les une con una ardilla en la boca, y la patrulla se encamina al campamento.
Cenizo maulla a Esquiruela cuando dejan las piezas en el montón de carne fresca que Hojarasca Acuática estará bien. La guerrera replica que cómo puede estarlo si ha dejado todo atrás. Cenizo sugiere que descanse un rato, señalando con la cola un sitio soleado junto al muro rocoso de la hondonada, pues ayer apenas durmió. Esquiruela responde que tampoco podrá hacerlo en ese momento, y que va a asegurarse de que Carbonilla coma algo.
Toma un campañol del montón de carne fresca y cruza el claro hasta la guarida de la curandera. Al traspasar la cortina de zarzas, se encuentra a Carbonilla en mitad de su guarida, sentada sobre las patas traseras. Sus ojos azules están clavados en la nada. Esquiruela se estremece, parece como si la curandera estuviera contemplando horrores que sólo ella puede ver.
Carbonilla parpadea y levanta la mirada hacia la guerrera, preguntando si hay alguna novedad. Esquiruela deja el campañol delante de la curandera y contesta que no hay novedades, y que le ha traído algo de carne fresca. Carbonilla gira la cabeza y responde que no tiene hambre. Esquiruela protesta diciendo que tiene que comer, preguntándose si la curandera se dculpa por la desaparición de su hermana, pues la necesitan más que nunca ahora que Hojarasca Acuática se ha ido.
La curandera suelta un largo suspiro y maulla que ha fracasado. Esquiruela exclama que no es su culpa y se pega a ella para reconfortarla, añadiendo que es una curandera magnífica y preguntando qué sería del Clan del Trueno sin ella. Carbonilla le lanza una penetrante mirada, y Esquiruela siente que va a ahogarse en las profundidades azules de sus ojos. La curandera parece a punto de confesarle algo, pero sólo dic que ojalá las cosas no tuvieran que cambiar. La guerrera contesta que no tiene por qué hacerlo y no la van a hacer, y que Hojarasca Acuática volverá con ellos. Carbonilla niega con la cabeza y cierra los ojos.
Esquiruela alarga la pata para acercarle el campañol y la instá a comerlo. La gata vacila, pero al final se inclina a olfatear la pieza. Le pregunta a Esquiruela si puede ir a ver a Acedera, porque está preocupada por ella al ser buena amiga de Carbonilla. La guerrera pregunta si Acedera sabe lo que ha pasado; la reina está confinada en la maternidad porque sus hijos están a punto de nacer. Carbonilla responde que se lo contó anoche, se disgustó y le dio unas semillas de adormidera para que descansara. Esquiruela promete ir a echar un vistazo si ve como se come el campañol antes de irse. En los ojos de Carbonilla brota un débil destello de alegría, Le dice que nunca se rinde y que está bien, pero que la llame si Acedera necesita algo. Cuando Esquiruela sale ya de la guarida, la curandera olfatea el campañol; le da un mordisco y luego comienza a devorarlo más deprisa, como si de repente se hubiera dado cuenta del hambre que tiene.
Esquiruela se dirige a la maternidad. Justo en la entrada, Centella está inclinada sobre Bayito.La guerrera se incorpora en el momento en que la joven se acerca. Exclama que ya está y que la espina no volverá a molestarlo, y que se lave la almohadilla con la lengua. El cachorro le da las gracis y la mira con admiración, exclamando que es la mejor curandera del mundo. Centella contesta que no es curandera, mirando de soslayo a Esquiruela, y que el Clan del Trueno tiene ya dos curandera y que ella no será una de ellas. Bayito replica que para él lo es. Esquiruela piensa que es una lástima que Centella no dijera eso cuando Hojarasca Acuática estaba allí.
Saluda a Centella y maulla que Carbonilla la envía para ver cómo está Acedera. Centela contesta que está bien y que hace poco ella y Dalia han compartido un conejo, y que ahora está dormida. Añade que está enorme y no tardará mucho en dar a luz. Esquiruela intenta mostrar entusiasmo, pero no consigue sentirse emocionada por la primera camada nacida en su nuevo hogar. Está demasiado preocupada por Hojarasca Acuática y Carbonilla. Asoma la cabeza por la maternidad y ve un bulto de piel parda durmiendo entre musgo y helechos. Dalia y Fronda están cerca de la joven guerrera, compartiendo lenguas y hablando en susurros. Las dos levantan la vista y agitan los bigotes para saludar a Esquiruela.
Cuando la joven sale, Cdentella se ha ido. Ve desaparecer su cola en la cortina de zarzas que cubre la guarida de Carbonilla. Confiando en que Centella informaría a la curandera sobre Acedera, se encamina al montón de carne fresca para comer algo. Allí está Estrella de Fuego, compartiendo una ardilla con Tormenta de Arena, mientras Zarzoso devora un todo a una cola de distancia.
Estrella de Fuego le está diciendo a Zarzoso que quiere que mañana dirija la patrulla del alba, para inspeccionar la frontera del Clan del Viento por su encuentra otro rastro de Hojarasca Acuática. Zarzoso responde que se llevará a NimboBlanco, pues es uno de los mejores rastreadores. Vacilando,añade que ya siguieron su rastro por las colinas y no cree que ahora encuentren algo. Estrella de Fuego insiste en que tal vez sí. Es como si no puediera admitir que quizá no volvería a ver a Hojarasca Acuática, al igual que Látigo Gris.
Tormenta de Arena levanta la cabeza y dice que tal vez la vea regresar, y si es así, que no se enfade con ella. Zarzoso asiente y contesta que si la ve hará que se sienta segura de volver. Esquiruela se da cuenta de que el atigrado no tiene muchas esperanzas de encontrar a su hermana. Aunque se aferra a la esperanza de que Hojarasca Acuática volvería, sabe lo duro que sería para ella, una vez tomada la difícil decisión de marcharse.
Elije una urraca del montón y se sienta para comérsela. Zarzoso le pregunta en voz baja si está bien, y Tormenta de Arena maulla que no debería sentirse culpable. Esquiruela exclama que es culpa suya, pues sabía que Hojarasca Acuática estaba saliendo del campamento por la noche y no hizo nada. Estrella de Fuego se inclina para consolarla con un lametón en la oreja, maullando que si hubiera hecho algo, tal vez se hubiera escapado antes.
El líder mira hacia la entrada del campamento, donde Cenizo acaba de aparecer con su aprendiz. Los dos se dirijen al montón. Zarzoso se acaba su pieza, se pasa la lengua por la boca,y se marcha antes de que se acercase el guerrero gris. Cenizo le dice a Betulo que ha hecho un buen trabajo, y que le lleve carne fresca a los veteranos y habrá terminado. Betulo toma unas cuantas piezas del montón y cruza el claro, mientras Cenizo se acerca a Esquiruela. Estrella de Fuego y Tormenta de Arena se levantan y los dejan solos.
Cenizo informa que acaba de hacer una sesión de enrenamiento con Betulo y que aprende deprisa. Ella dice que eso es bueno, intentando sentise contenta por el buen papel de Cenizo como mentor. El guerrero comenta que parece agotada mientras le toca la oreja con la nariz, y que esta vez va a descansar, y que no se la ocurra protestar.
La joven guerrera siente como si le corrieran hormigas por la piel. Lo último que quiere es tumbarse y no poder pegar ojo, pero, al ver la preocupación en la mirada de su amigo, suspira y acaba cediendo.Después de acabarse la pieza, se encamina al lugar soleado junto al muro, donde se tumba de costado y deja que los rayos del sol crepuscular le calienten la piel. Cenizo se agacha a su lado y comienza a lamerle el hombro con dulzura. A psar de los pensamientos que zumban en su mente, Esquiruela comienza a adormilarse. Pero el zumbido se hace más fuerte, y al final se da cuenta de que no está dentro de su cabeza: un rugido quedo y sordo se aproxima a través de los árboles.
Irritada, levanta la cabeza y pregunta qué es eso. Antes de que termine de hablar, suena un alarido sorprendido fuera del claro. Los espinos crujen con violencia, y Zarpa Candeal aparece derrapando por la boca del túnel, con las orejas pegadas a la cabeza y los ojos desorbitados de espanto. Fronde Dorado le pisa los talones.
Esquiruela se levanta de un salto. El rugido es cada vez más nítido: es el sonido de muchas criaturas que llegan gruñendo. Se vuelve más sonoro, hasta que parece llenar todo el bosque, acompañado del sonido seco de ramas quebrándose, como si algo estuviese aplastando la barrera de espinos que proteje la entrada de la hondonada. Esquiruela ve que una criatura enorme se abre paso entre las zarzas. El sol crepuscular le muestra una cabeza con un hocico estrecho y rayado, unos hombros anchísimos y unas garras fuertes y romas. Aulla que es un tejón.
En el claro, loos gatos salen corriendo por todas partes. Estrella de Fuego salta desde su guarida a la Cornisa Alta y desde allí hasta el suelo. Zarzoso sale de la guarida de los guerreros, seguido de Tormenta de Arena y Nimbo Blanco. Carbonilla y Centella aparecen por la cortina de zarzas de la guarida de la curandera; la guerrera entorna su ojo bueno, gruñendo al intruso. El tejón acaba de traspasar la barrera, y se detiene girando la cabeza de un lado a otro, inspeccionando el claro con sus ojillos brillantes. Esquiruela está a punto de lanzarse sobre él cuando un nuevo ruido de ramas rotas la deja helada donde está. Hay más tejones que intentan colarse en el campamento, más de los que puede contar, y aplastan los arbustos de espino como si fueran briznas de hierba. Con un rugido que parece salir de todas sus gargantas a la vez, la hondonada se llena de fauces abiertas y zarpas gigantescas. Esquiruela ve cómo agarran a Orvallo por una pata ylo lanzan al aire; el guerrero aterriza con un golpe seco y no vuelve a levantarse.
De pronto, una cara rayada se alza ante Esquiruela. La joven retrocede contra un zarzal, bufando mientras blande las zarpas delanteras. El hedor rancia del tejón se cuela por su garganta. Grita que se vaya o le arrancará la piel. Entonces nota que la apartan de un empujón, y trastabilla antes de recuperar el equilibrio mientras un destello gris pasa ante ella. Cenizo se ha interpuesto entre su cuerpo y el del tejón. La guerrera bufa que puede cuidar de sí misma, pero su amiga ya ha saltado hacia delante para clavar las garras en el lomo del atacante y los colmillos en su oreja. El tejón suelta un alarido ronco y sacude la cabeza para librarse de Cenizo.
Zarzoso le susurra al oído que tiene que ayudarle, pues tienen que sacarde la hondonada a Dalia, Acedera y los cachorros. Tiene un largo corte en el hombro. Sin esperar respuesta, el atigrado echa a correr hacia la maternidad bordeando el claro. Esquiruela sale disparada tras él, sorteando a Zancudo y Hollín, que atacan, cada uno por un lado, a unatejona enorme; la gran bestia lanza dentelladas al aire sin parar, frustrada por no poder atrapar a ninguno de los dos.
Zarzoso desaparece en la maternidad y Esquiruela espera en la entrada, lista para defenderla. El claro bulle de gatos que luchan por su vida y de tejones que luchan por matarlos. La guerrera se da cuenta de que las paredes de la hondonada rocosa, que parecían ofrecer tan buena protección cuando la descubrieron, se ha convertido ahora en un callejón sin salida para sus compañeros. No pueden huir ni evitar a sus enemigos trepando a un árbol. Ve cómo Betulo asciende unas pocas colas por el muro de piedra, y cómo cae de golpe hacia las garras de un tejón. El aprendiz se pone a salvo apretujándose en una estrecha grieta, al pie de la pared, justo fuera del alcance de aquella zarpa negra.
Esquiruela se pregunta cómo van a escapar Acedera, Dalia y los cachorros. Dalia jamás podría defenderse contra una criatura como un tejón, y Acedera está demasiado cerca de dar a luz como para pelear como es debido. Se dice a sí misma que pueden subir hasta la Cornisa Alta y refugiarse en la guarida de Estrella de Fuego, pero es demasiado fácil trepar por las rocas caídas, y todos podrían quedar atrapados allí arriba.
Hay más tejones intentando colarse por el destrozado muro de espinos. Al menos, es su única vía de entrada. Estrella de Fuego se lanza hacia la boca deltúnel, luchando furiosamente al lado de Espinardo, Manto Polvoroso y Tormenta de Arena. Una gigantesca zarpa agarra a Espinardo y lo lanza volando hacia una mata de ortigas, los temblorosos tallos se cierran alrededor del guerrero, que no vuelve a aparecer. Esquiruela ve entonces cómo Estrella de Fuego se aferra desesperadamente a la espalda del tejón, mientras le propina zarpazos en los ojos. Luego, otras de las enormes criaturas se coloca entre ella y su padre, y la joven guerrera ya no puede ver más.
Una voz ronca le pregunta dónde está Dalia. Al volverse, ve que Nimbo Blanco se acerca cojeando, tiene el pelo cubierto de tierra, pero la luz de la batalla sigue brillando en sus ojos. Esquiruela responde que está dentro y que Zarzoso ha ido a porella. En ese momento, aparece el atigrado, empujando a Dalia y sujetando a Bayito por el pescuezo. El pequeño se retuerce, gimoteando. Dalia abre los ojos de par en par, aterrada, y chilla que van a matarles a todos y qué va a pasar con sus ojos. Centella maulla a su lado que ellos los salvarán. Para asombro de Esquiruela, la guerrera ha conseguido atravesar el claro desd la guarida de la curandera. Masculla que no es culpa de los cachorros que su madre los haya traído allí, mientras desaparece en la maternidad. Nimbo Blanco la sigue para recoger al tercer cachorro.
Dalia exclama que no podrán salir de allí, contemplando la batalla que se libra en la entrada del campamento. Esquiruela replica que sí pueden porque conoce una salida, de pronto ha recordado cómo Hojarasca Acuática se escabullía del campamento para reunirse con Corvino Plumoso. Zarzoso consigue balbucear sin soltar al cachorro que se la enseñe. Esquiruela se vuelve hacia la maternidad para gritar que se den prisa. Centella reaparece al instante, pero sin cargar a ningún cachorro. Espeta que traigan a Carbonilla porque Acedera va a dar a luz ahora mismo.
Esquiruela siente una oleada de pánico. No ve a Carbonilla por ningún lugar del claro, pero síconsigue localizar a Fronde Dorado, el compañero de Acedera, que está combatiendo ferozmente con un tejón a unas colas de distancia. Está claro que intenta llegar a la maternidad. Esquiruela se lanza hacia el tejón y le propina un zarpazo en las ancas, gritándole a Fronde Dorado que corra. La criatura se vuelve a un lado aporreando el aire, lo que le da a Fronde Dorado la oportunidad de rodearla. Esquiruela suelta al tejón y regresa corriendo a la entrada de la maternidad. Le grita que Acedera va a dar a luz y que vaya a buscar a Carbonilla, cerrándole el paso a la guarida.
Fronde Dorado la mira con los ojos llenos de miedo, pero finalmente reacciona, da media vuelta y sale disparado en dirección a la guarida de la curandera. Entre el polvo que levantan los combatientes se abre un hueco, y Esquiruela puede ver cómo el guerrero encuentra a Carbonilla y le hace gestos frenéticos con la cola.Luego, los dos se encaminan hacia ella. Llegan justo cuando salen Centella y Nimbo Blanco, cada uno con un gatito. Carbonilla maulla que si de verdad Acedera está dando a luz, no pueden moverla, y que uno debe quedarse a vigilar la entrada; los demás que hagan lo que puedan para salvarse a ellos mismos a los cachorros. Desaparece en la maternidad, y Fronde Dorado se ofrece a quedarse. Esquiruela promete que volverá a ayudarle en cuanto les enseñe a los demás cómo salir.
Mira de un lado a otro, tratando de decidir cuál es la forma más segura de llegar a la salida secreta que utilizaba Hojarasca Acuática. Está al otro extremo del claro. Por lo menos ya se ha hecho de noche y, aunque el centro del claro está iluminado por la tenue luz de la luna creciente, las sombras son profundas en los bordes. Sabe que los tejones ven bien en la oscuridad, pero Esquiruela esperaba que estuvieran demasiado enfrascados en la batalla como para molestarse por unos pocos gatos que se deslizan junto a las sombras. Le indica a Dalia que se mantenga junto a ella.
Bordean el claro, aprovechando en lo posible el refugio que ofrecen las zarzas y matas de helecho. Esquiruela oye la respiración aterrorizada de la minina, y, un poco más allá, los maullidos de sus hijos, sofocados casi por los gruñidos y gritos de los combatientes, a no más de un par de colas de distancia. Ratoncillo pregunta qué está pasando y qué es todo ese ruido. Bayito se queja de que los carguen, diciendo que ya es bastante mayor para andar. Dalia le dice que cargan con ellos porque los tejones son unas criaturas muy grandes y patosas y podrían pisarles. Esquiruela siente admiraión por la manera en la que la gata está ocultando su propio miedo a los cachorros. Pequeña Pinta fanfarronea que si un tejón la pisa ella le pegaría un mordisco. Su madre responde que no tendría esa oportunidad, y que guarden silencio y dejen de retorcerse, pronto estarán a salvo. La gata mira a Esquiruela mientras habla, com advirtiéndola que no la lleve la contraria.
Se pegan a la pared del campamento cuando un tejón pasa pesadamente ante ellos, rugiendo rabioso mientras intenta librarse de Espinardo, que está aferrado a sulomo y le lanza arañazos a las orejas. Al pasar junto al avellano donde los veteranos han instalado su guarida, Esquiruela ve a Musaraña agazapada entre las ramas, con las uñas desenvainadas y un brillo de furia en los ojos. Flor Dorada y Rabo Largo están a su espalda. Esquiruela maulla que vayan con ellos. Musaraña niega con la cabeza y responde que un gato ciego no puede trepar por las rocas, mirando de soslayo a Rabo Largo. Rabo Largo contesta que vayan ellas, y que él aún puede darle algún que otro zarpazo a un tejón. Musaraña suelta un bufido y maulla que se van a quedar juntos.
Esquiruela no tiene tiempo para perderlo discutiendo. A su lado, Dalia está temblando de miedo, y apenas parece capaz de controlar su pánico. Zarzoso, Nimbo Blanco y Centella las han alcanzado y se mueven impacientes bajo el peso de los cachorros que cargaban. Bayito pregunta por qué se han parado. Esquiruela le sugiere a Musaraña que pueden esconderse en la Cornisa Alta, y que Rabo Largo debería poder subir hasta allí si le guía. Todavía duda de que la guarida de Estrella de Fuego sea muy segura, pero al menos los veteranos estarían mejor allí. Musaraña asiente y le dice a Rabo Largo que se agarre de su cola.
Esquiruela continúa adelante con Dalia y los demás pisándole los talones. Tiene que detenerse brevemente cuando un tejón irrumpe de pronto a través de las ramas, sangrando por un costado. Parece a punto de rendirse. Tormenta de Arena aparece como un rayo tras él,aullando que salga de allí y no vuelva. Esquiruela mueve las orejas mientras el tejón huye, pero no tiene tiempo de pararse a hablar con su madre.
Cuando ya han rodeado más de la mitad de la hondonada, una figura gris claro aparece entre las sombras. Es Cenizo,con una oreja desgarrada y sangrando por un profundo corte en el flanco. Respira entrecortadamente, pero no parece estar herido de gravedad. El guerrero le pregunta a Esquiruela si está bien; ésta le responde que lo está y que va a mostrar a Dalia y a sus cachorros una forma de salir de allí. Cenizo maulla que la acompaña; Esquiruela mueve los bigotes con impaciencia y le dice que vaya a la maternidad y ayude a Fronde Dorado a protegerla. Cenizo vacila un segundo, y Esquiruela piensa que va a negarse, pero el guerrero pasa ante ella y los demás y desaparece en la oscuridad. Un tejón lo ve, suelta un rugido y se lanza tras él. Esquiruela no puede pararse a ayudarlo, y masculla que ya no están lejos.
Se le contrae el estómago al oír el alarido de dolor de un gato que suena por encima del clamor de la batalla. El caos se ha adueñado del claro; las gigantescas siluetas de los tejones se abalanzan sobre sus objetivos, con las pequeñas y ágiles figuras de sus compañeros de clan revoloteando entre ellas, corriendo para propinar un golpe y huir de nuevo. Desde allí, Esquiruela no puede distinguir la barrera de espinos, pero supone que deben haber entrado más invasores. Se pregunta si ese es el fin.

Personajes[]

Principales[]

Secundarios[]

Menciones[]

Referencias y citaciones[]

  1. 1,0 1,1 1,2 1,3 1,4 Revelado en Crepúsculo, página 282
  2. 2,0 2,1 2,2 Revelado en Crepúsculo, página 284
  3. 3,0 3,1 3,2 3,3 3,4 Revelado en Crepúsculo, página 285
  4. Revelado en Crepúsculo, página 287
  5. 5,0 5,1 5,2 Revelado en Crepúsculo, página 288
  6. Revelado en Crepúsculo, página 289
  7. 7,0 7,1 Revelado en Crepúsculo, página 290
  8. 8,0 8,1 Revelado en Crepúsculo, página 286
  9. 9,0 9,1 9,2 9,3 9,4 Revelado en Crepúsculo, página 293
  10. Revelado en Crepúsculo, página 291


Capítulos de Crepúsculo
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